Lucas 17:5
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe [creencia].
Los discípulos le piden a Jesucristo que les aumente su creencia. Y él, pudiendo haberles respondido de muchas maneras, escoge una muy particular.
Lucas 17:6
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe [creencia] como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
Pero, ¿qué tiene que ver la creencia con la semilla de mostaza y con el árbol sicómoro?. Esto, que no tienen sentido aparente para la mente Occidental, cobra gran significado cuando logramos entenderlo a la luz de la manera de pensar y de hablar de la gente del Oriente.
La semilla de mostaza de la tierras Bíblicas, es la más pequeña de las semillas. Sin embargo, esta semilla puede crecer hasta convertirse en un árbol tan grande, como un manzano.
Lucas 13:19:
Es como un grano de mostaza, que… creció y se hizo árbol grande, y las aves de los cielos anidaron en sus ramas.
El sicómoro en el Oriente, es un árbol con la apariencia de un ciruelo. Y aunque es un árbol relativamente pequeño, tiene innumerables raíces, algunas muy gruesas y fuertes, otras tan finas como cabellos. Las raíces del sicómoro se encuentran muy diseminadas y alcanzan gran profundidad, tanto así, que incluso con un tractor, no podría ser arrancado, sin que parte de sus raíces quedaran detrás. De manera que desarraigar un sicomoro, es un acto imposible para la mente Oriental.
Por medio de la pequeña semilla de mostaza y el bien arraigado sicómoro, Jesús les da una maravillosa perspectiva del poder que hay en la creencia. El les esta diciendo que, un simple acto de creencia, tan pequeño como una semilla de mostaza, puede producir grandes resultados, incluso, realizar cosas consideradas imposibles, en este caso, desarraigar un sicomoro y plantarlo en el mar. ¡Que poder hay en creer!
Sin embargo, esto contrasta con lo que vemos a menudo entre muchos cristianos. Esto se debe, principalmente, a que se pasan el tiempo hablando solo acerca de sus problemas y de su incapacidad para resolverlos. Y de tanto hablar de sus problemas, llegan a convencerse que son tan numerosos, o tan grandes, que Dios no puede ayudarles. Así, de tanto hablar de pequeños problemas, estos llegan a ser más y más grandes en sus mentes. Comienzan pensando: “mis problemas son muchos y demasiado grandes”. Y al cabo de un tiempo, ya están diciendo: “no creo que Dios pueda ayudarme”. De esta forma subestiman el poder de Dios y lo limitan en sus vidas. Pero, ¿hay alguien que tenga tantos problemas, como raíces tiene un sicómoro, o hay alguien que tenga algún problema con tantas raíces como un sicomoro?. Ciertamente que no. Y si así fuera, por medio de creer “podríais decir…: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”. ¡No engrandezcas tus problemas. Engrandece a Dios. Cree y confiesa Su Palabra!
No importa cuán profundas, cuan antiguas, cuan grandes sean tus dificultades; no importa cuán grandes sean tus deudas y cuán poco sea el dinero que tienes; no importa cuán diseminado esta el cáncer que tienes y lo que te hayan dicho tus médicos de él; no importa cuán poderosos o cuan numerosos sean tus enemigos. Solo recuerda: creyendo en la Palabra de Dios, puedes ¡desarraigar y echar fuera todo negativo de tu vida, sin importar cuan imposible parezca!.